Sí es cierto que todo se arregla. Sí es cierto que el tiempo el dueño de muchas cosas. Sí es cierto que al fin siempre cabe la sonrisa. Sí también que el sueño necesita del tiempo para ser sonrisa sincera. Todo cuanto me cuentan lo acabo palpando con mis manos, aunque a veces llegan a reconocerse entre las heridas mal curadas y las magulladuras del propio camino. Pero olvidarás todo, sentirás siempre que todo cuanto sucede había de ser así para comprender mejor nuestra existencia o para disfrutar mejor los buenos momentos. Levantante, lucha y camina.

Los días son extraños como motos por carreteras de agua al borde de resbalar y caer a la tierra en las cunetas de autopistas de mentira. El cielo no pretende estar azul, es posible que no tenga otra opción, el mar, envidioso lo copia con recelos tornándose verde cuando no miento... siempre está del color de la esperanza. Tus ojos viajan en otro tren, me acabo de cruzar con él la mirada. Fue en lo más alto de la montaña, entre la nieve, entre tus manos ocultándo tu cara, entre tu pelo delantando tu mirada encerrada en los dedos temblorosos. No llores. Lucharé. Flotaré en las motos, torceré los trenes.

Se apagó la luz. La luz que brillaba con tanta fuerza estalló en mil pedazos. Algún día iba a hacerlo. El dolor se lo come todo. Soy un cadáver con vida siendo deborado por las preguntas, por interrogantes que nunca se sabe si podré responder. Por cosas que no sabré si me arrepentiré. Adios, no te dije... pero adios al fin.